Se cumplen 30 años del atentado a la AMIA

El 18 de julio de 1994, a las 9:53 de la mañana, una camioneta, cargada con 400 kilos de explosivos, estalló en frente de su sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina.

El hecho dejó un saldo de 85 muertos y más de 300 heridos, convirtiéndose en el ataque terrorista más cruel de la historia argentina.

Cada 18 de julio, a las 9:53, se hace sonar una sirena en la reconstruida sede de Pasteur 633, como un acto de memoria y reclamo de justicia, con el fin de conmemorar y mantener viva la memoria de las víctimas y renovar la demanda de justicia.

La investigación: manchada por encubrimiento y sin un sentido de justicia

Este atentado no fue el primero que sufrió la colectividad judía en la Argentina. El 17 de marzo de 1992, una camioneta Ford F-100 explotó frente a la Embajada de Israel en el barrio de Retiro, causando 27 muertos y más de 100 heridos.

Tres días antes de lo sucedido en la AMIA, una Traffic blanca fue estacionada en la playa de estacionamiento Jet Parking, a tres cuadras de la sede de la AMIA.

En la mañana del 18 de julio, el vehículo, cargado con una mezcla de nitrato de amonio, TNT y nitroglicerina, se estrelló contra el edificio, causando una explosión que produjo un cráter de seis metros de profundidad, daños materiales por u$s 15 millones y una onda expansiva que dejó sin agua y sin luz a las manzanas vecinas, destruyendo decenas de propiedades.

En una histórica sentencia, la Justicia argentina concluyó en abril de este año que los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA fueron decididos por Irán ejecutados por Hezbollah.

Para los camaristas, ambos ataques respondieron a "una decisión política y estratégica" de los dirigentes de la república islámica del Golfo Pérsico, y fueron ejecutados por la organización terrorista.

"Hezbollah actuó bajo la inspiración, organización, planificación y financiamiento de organismos estatales y paraestatales subordinados al gobierno de los ayatollahs", señalaron sobre los autores de los atentados.