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Problemas del siglo XXI

La Argentina encabeza el ranking regional de obesidad infantil

Los expertos indican que crece a un ritmo alarmante y enfatizan en que se deben inculcar buenos hábitos alimentarios.

Lunes, 11 de septiembre de 2017

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera a la obesidad infantil como “uno de los más serios problemas del siglo XXI”. En la Argentina “está creciendo a un ritmo alarmante" y anticipa “un futuro complicado”.

En este contexto, el Panorama de Seguridad Alimentaria y Nutricional elaborado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS); la Organización Mundial de la Salud (OMS); y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ubica a la Argentina primera en el ranking regional de obesidad.

Según ese informe, en Argentina el 9,9 % de los niños menores de cinco años padecen el problema; lo siguen Perú, con 9,8 %, y Chile, con 9,5 %. “En escuelas y en chicos de entre 11 y 12 años, llegamos a ver hasta un 48 % de obesidad”, dice Irina Kovalskys, coordinadora del comité de nutrición, obesidad y actividad física de Instituto Internacional de Ciencias de la Vida y docente de la carrera de Nutrición de la Universidad Favaloro.

Aunque hasta hace algunos años el sobrepeso y la obesidad eran percibidos como un problema de los países desarrollados, en la actualidad se extiende a una velocidad de vértigo a los países de bajos y medianos ingresos.

La Federación Interamericana del Corazón estima que en América Latina la prevalencia de sobrepeso y obesidad en chicos menores de 5 años es de más del 7 %; en escolares hasta los 11, de entre el 18,9 y el 36,9 %, y en adolescentes de 12 a 19 años es del 16,6 al 36,8 %. Es decir, del total de niños y adolescentes de América latina entre el 20 y el 25 % de la población tiene sobrepeso y obesidad.

FENÓMENO GLOBAL

El director del Centro de Estudios sobre Nutrición en la Infancia (Cesni), Esteban Carmuega, dijo que “la obesidad es un fenómeno global que no parece ceder y que impacta con mayor intensidad en nuestros países”.

En adultos, la Argentina incrementó un 18 % el exceso de peso en la última década, pero la obesidad un 45 %. Según la Encuesta Mundial de Salud Escolar, hecha en 2007 y 2012, en los adolescentes, el incremento del sobrepeso fue un 16 % y el de la obesidad un 34 %.

Hoy, uno de cada cuatro escolares tiene sobrepeso. Probablemente la mayor parte de ellos serán adultos obesos y el tratamiento es poco eficaz. “En 30 años, nuestras guardias estarán colapsadas de diabetes e infarto temprano”, señala Carmuega.

Este panorama no presenta grandes diferencias entre las distintas provincias, ni entre ciudades y medioambiente rural.

EL PLACER DE COMER

El doctor Julio Montero, ex presidente de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimenticios (Saota), explicó que “el signo obesidad se está haciendo cada vez más precoz” y remarca que “esto permite prever que el futuro para estos chicos y para el conjunto de la población no es muy esperanzador”.

“El exceso de peso muestra que hay una respuesta acelerada e inconveniente -subraya Montero-. No es inadecuada: por el contrario, es adecuada al entorno. Está vinculada con la aparición de patrones metabólicos que cuando persisten en forma crónica se acompañan del desarrollo de enfermedades”.

En tanto, el nutricionista chileno Ricardo Uauy, explica que “la obesidad se debe en forma predominante a un desbalance entre lo que comemos (alimentos que nos aportan energía) y lo que gastamos (cuán activos somos en nuestros trabajos y en nuestro tiempo libre). Si comemos más de lo que gastamos, nos ponemos obesos”.

“Esto suena muy simple -continuó- pero la realidad es que hoy en día no comemos para alimentarnos, sino por el placer de lo dulce y de lo salado; o por 10 o más razones que cada persona tiene”, indica Uauy.

FACTORES CONDICIONANTES

Según los especialistas, la obesidad en la niñez se debe a la combinación de varios factores. “En lo que más atención se pone es en el exceso de comida, pero esto no va desligado de la calidad -destaca Montero-. Hay comestibles que generan mayor necesidad de comer y condicionan nuestro metabolismo para que el exceso sea convertido en grasa de reserva”.

 Otros fenómenos son secundarios: la actividad física es un disimulante. Aquel que hace actividad física tendrá una amortiguación mayor de los procesos obesogénicos, pero es difícil que el nivel de actividad física sea suficiente para prevenir la obesidad. Lo mismo ocurre con el crecimiento: mientras estos chicos se alargan, la sobrealimentación queda disimulada, pero cuando se detiene el crecimiento, se da rienda suelta a las modificaciones corporales.

También para Carmuega, la obesidad no es sólo comida. “Eso lleva a pensar que sólo modificando el componente alimentario terminamos con el problema. Hay que cambiar la dieta, seguro, pero también hay que modificar otras cosas. La malnutrición es resultado de una trama multifactorial que se instala a lo largo de todo el ciclo vital y es más compleja que exceso o déficit de calorías”

PREVENCIÓN DESDE EL EMBARAZO

La estrategia recomendada en el mundo es la prevención de la obesidad está basada en intervenciones desde el embarazo hasta los años escolares.

Cada vez hay más evidencia de que el exceso de peso al iniciar el embarazo o el aumento a lo largo de la gestación aumenta el riesgo en el bebé. “El riesgo de obesidad en la progenie es 48 % mayor en las madres que tuvieron una progresión superior a las recomendaciones", dice Carmuega.

Pero esto no afecta sólo a las mujeres. Hoy se sabe que los hijos de padre y madre obesos tienen el doble de riesgo de sobrepeso, y que éste se reduce a la mitad cuando sólo uno de los progenitores lo es.

PROBLEMAS DE SUEÑO

El director del Centro de Estudios sobre Nutrición en la Infancia (Cesni), Esteban Carmuega, indica que otro aspecto por tener en cuenta es el sueño. “Cuando los chicos duermen menos, especialmente en los preescolares, hay tendencia a engordar.

El especialista sostiene que esto ocurre por el uso de las pantallas y la oferta de TV: “El ocio se ha hecho más divertido. Los padres estamos más tiempo fuera de casa y mucha de la interacción se da en ese momento. También, las actividades paraescolares son cada vez más”.

UN CHICO SANO

Por su parte, el doctor Montero recomienda tener bien en claro cuáles son los alimentos que deberían representar el 80 o 90 % de la nutrición de un chico sano. “Son los que algunas vez han sido tejidos vivos: carnes, huevos, plantas, frutas, frutas secas... Todos éstos se les pueden ofrecer sin temores, porque los van a comer de acuerdo con su necesidad”.

Cuando el chico se acostumbra a comer dentro de su casa, lo hace de determinada forma, y reserva lo demás solo para momentos especiales. “Los granos o cereales deben ser las semillas y no los subproductos. En cuanto a las grasas, mientras formen parte de un alimento natural, no deberían ser eliminadas. Lo que no deberíamos comer son las agregadas”.

IMPACTO SILENCIOSO

Desde los años 70, numerosos estudios mostraron la tendencia al arrastre de los factores de riesgo cardiovascular asociados con la obesidad. “Se vio que el aumento de la grasa corporal total y de la visceral están asociadas con insulinorresistencia e incremento de la incidencia de diabetes tipo II en la adolescencia", explica la doctora Carmen Mazza, ex jefa de la sección Nutrición y Diabetes del Hospital Garrahan, una de las pioneras en la investigación de la obesidad infantil y sus efectos metabólicos.

Mazza subraya que si bien las cifras del país aún no son tan impresionantes como las de EE.UU. (donde el aumento de la prevalencia de diabetes tipo II en chicos a lo largo de los últimos 30 años pasó del 2 % a entre el 16 y el 20%), estudios publicados por su grupo mostraron la presencia precoz de resistencia a la insulina y factores inflamatorios en chicos obesos.

“En la población que estudiamos, entre el 8 y el 10 % ya tenía alteraciones claras en el metabolismo de los hidratos de carbono y el 2 % tenía diabetes tipo II. Una tercera parte mostró alguna alteración en los lípidos, y entre el 15 y el 20 % tenía valores altos de presión arterial -destaca-. En el país, tres de cada 10 chicos tienen obesidad o sobrepeso, y el 50 % de ellos ya presenta algún factor de riesgo cardiometabólico”.

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